No existen métodos de lectura adecuados o inadecuados.
La lectura es una experiencia introspectiva y personal, en que las emociones, el conocimiento y los hábitos se conjugan para dar sentido a un libro. Sin embargo, a la hora de acercarnos a un texto debemos encontrar un equilibrio en estas tres formas de mirar, evaluar y observar una obra:
1- De forma emocional.
2- De forma intelectual.
3- De estatus.
Muchos creen que el método de la lectura activa y arqueológica mata el gusto por la lectura, pero eso no es cierto. Más bien se adquiere un gusto personal y especial más certero por las lecturas que escogemos y se experimenta con total plenitud una obra. Si nuestro criterio a la hora de evaluar es solo uno de entre estos tres, corremos el riesgo de convertirnos en un lector monolítico.
Observar conscientemente cómo un novelista desarrolla su historia o admirar la arquitectura de una obra no le resta placer a la lectura.
El escritor es el arquitecto de esas vidas, de esos escenarios, de esas historias...
Leer es vivir lo ya vivido pero también es la posibilidad de existir en otras vidas que nunca habitaremos y que nunca existieron.
Los escritores construyen realidades que se materializan cuando se leen. Y no necesitan haberlas vivido. Proust escribió los ocho tomos de En busca del tiempo perdido (1908-1922) postrado en una cama.
El filósofo alemán Kant viajó muy pocas veces más allá de su natal königsberg, y sin embargo sus teorías modificaron el curso del pensamiento moderno.
¿De dónde obtenían estos escritores su inspiración, la riqueza de su vocabulario y la profundidad de sus reflexiones? De la lectura arqueológica: profundizando en las capas de otras obras.
El lector arqueológico también puede acceder a esas capas para disfrutar del pensamiento del constructor de la historia.
No se trata de encontrar la verdad en los libros, sino modos de aproximarse a ella.
CONCLUSIÓN:
Cada lectura activa y arqueológica que emprendamos será la llave que nos permitirá acceder a capas cada vez más profundas de un texto. De esa forma, una lectura no será una única lectura, sino múltiples. Y además, basarse en la sola forma personal como criterio para analizar una obra (me gusta o no me gusta tal libro), no genera debate, más bien lo anula, ya que no se puede rebatir ese argumento porque queda en manos de la subjetividad de cada lector.
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