EL AUTOR ME CAE BIEN, O MAL
Que el autor y su imagen forman hoy día parte del acontecimiento del "libro" es una verdad innegable.
Sin embargo, el lector debe establecer una pauta a la hora de elegir un libro y el análisis de su lectura: el escritor no es su obra.
En ocasiones accedemos a los libros por cómo es su autor en las redes sociales, ya sea taimado, buena gente, simpático, polémico, grosero... Y la verdad es que en contadas ocasiones, salvo en las autobiografías, podemos decir algo del autor a través de sus novelas. Por eso, cuando nos acercamos a una obra debemos mantener al margen nuestras filias y fobias hacia el escritor de la misma.
No olvidemos que para librarnos de los prejuicios, hemos de tener en cuenta que el autor no es su obra.
Yo he leído novelas que he reseñado positivamente de escritores que me han caído particularmente mal por sus actuaciones en la vida pública, por su forma de pensar y mostrarse al mundo. Pero como siempre digo, mis críticas, reseñas o lecturas analíticas están dirigidas a las obras no a los escritores de las mismas. No personalizo cuando leo. Sí, tengo mis prejuicios que intento esquivar, como leer a autores mediáticos. Sin embargo, he leído a algunos que salen en los medios de comunicación a diario que me han dejado gratamente sorprendida.
También me ha sucedido el caso contrario; reseñar negativamente una obra de un escritor del cual siento un cariño y afinidad.
Así que, para disfrutar de la lectura y la literatura, dejemos los prejuicios a un lado y las personalizaciones.
Que el autor y su imagen forman hoy día parte del acontecimiento del "libro" es una verdad innegable.
Sin embargo, el lector debe establecer una pauta a la hora de elegir un libro y el análisis de su lectura: el escritor no es su obra.
En ocasiones accedemos a los libros por cómo es su autor en las redes sociales, ya sea taimado, buena gente, simpático, polémico, grosero... Y la verdad es que en contadas ocasiones, salvo en las autobiografías, podemos decir algo del autor a través de sus novelas. Por eso, cuando nos acercamos a una obra debemos mantener al margen nuestras filias y fobias hacia el escritor de la misma.
No olvidemos que para librarnos de los prejuicios, hemos de tener en cuenta que el autor no es su obra.
Yo he leído novelas que he reseñado positivamente de escritores que me han caído particularmente mal por sus actuaciones en la vida pública, por su forma de pensar y mostrarse al mundo. Pero como siempre digo, mis críticas, reseñas o lecturas analíticas están dirigidas a las obras no a los escritores de las mismas. No personalizo cuando leo. Sí, tengo mis prejuicios que intento esquivar, como leer a autores mediáticos. Sin embargo, he leído a algunos que salen en los medios de comunicación a diario que me han dejado gratamente sorprendida.
También me ha sucedido el caso contrario; reseñar negativamente una obra de un escritor del cual siento un cariño y afinidad.
Así que, para disfrutar de la lectura y la literatura, dejemos los prejuicios a un lado y las personalizaciones.
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