LA PUTA QUE LEÍA A JACK KEROUAC
SUSANA HERNÁNDEZ
MI OPINIÓN PERSONAL
Son 104 páginas, aproximadamente, en las que caes en un pozo: oscuro, negro, fétido, nauseabundo... porque para una mujer como yo, que se crió en una familia estricta con unos padres ausentes, el mundo de las bajezas humanas me repelen, me asquean y no caben en mi cabeza cuadrada. Pero presumo de algo, solo de una cosa en mi vida; de creer firmemente que las experiencias hay que convertirlas en aprendizaje, sean buenas o malas. Y de esta maravillosa experiencia, conocer a una gran escritora por su obra escrita y leer esta novela, he sacado muchas cosas positivas.
Es como ver el pétalo de una flor en medio de la oscuridad de un pantano, allá, en el fondo, flotando en aguas estancadas, de un rojo violento, y gritando que la puta no era puta. Que tan solo era una superviviente con más moral que la narradora que se acercó a ella para experimentar el lado oscuro del alma humana, sin percatarse de que ese lado oscuro lo concebía ella, lo acunaba entre sus piernas, regalando la flor que toda mujer posee.
Roxy se presenta de la mano de la escritora como una mujer completa, enamorada, desengañada, profesional y con alma.
Es un personaje con el que empatizas desde la primera palabra que pronuncia; por su claridad, su ingenuidad, su belleza, su sinceridad. Porque ya nadie llama las cosas por su nombre. Nadie se atreve a llamar amor a lo que verdaderamente lo es. Ni a lanzarse al vacío que supone entregar tu corazón a alguien que no te corresponde.
Roxy es valiente. No tiene miedo a amar, aunque su profesión sea desarmar el alma, para dejarla hueca en los momentos en que los hombres y mujeres que pululan por su sexo no dejen huella en ella.
Se te revuelve todo, esta historia deja tu mundo patas arriba, porque te haces preguntas, reflexionas, te conmueves... como ha de ser cuando lees buena literatura.
Susana toca los sentimientos con una varita mágica. Guía al lector a través de sus narraciones para llevarte a la meditación, para que veas lo que no se ve y escuches lo que se esconde entre renglones. Para que los ojos del "entendimiento" parpadeen, en señal de que te ha tocado su historia. Para que abras las ventanas de tu mente y ventiles las estancias estancadas de tu sectaria moral.
Para mí, y así se lo he hecho saber a la autora, es lo mejor de Susana Hernández.
Yo me quedo junto a Roxy; esperando esa justicia que quizá nunca llegue.
Advertencia: esta novela hay que leerla masticando las palabras, saboreando y degustando a los personajes. Sin prisa, con pausas. Un poquito cada día, para que te empapes de la buena literatura que hace esta autora. Recomiendo al futuro lector que deje colgado el abrigo de los prejuicios, es mejor introducirse en esta lectura sin él. Y si puede ser, no lo vuelvas a coger.
¿Mi nota? No hay nota, imposible de puntuar esta maravilla. Sin embargo, bajo el baremo que se utiliza en este blog de dos locas por la lectura, le otorgo un 10.
Sobresaliente, Susana.
SUSANA HERNÁNDEZ
MI OPINIÓN PERSONAL
Son 104 páginas, aproximadamente, en las que caes en un pozo: oscuro, negro, fétido, nauseabundo... porque para una mujer como yo, que se crió en una familia estricta con unos padres ausentes, el mundo de las bajezas humanas me repelen, me asquean y no caben en mi cabeza cuadrada. Pero presumo de algo, solo de una cosa en mi vida; de creer firmemente que las experiencias hay que convertirlas en aprendizaje, sean buenas o malas. Y de esta maravillosa experiencia, conocer a una gran escritora por su obra escrita y leer esta novela, he sacado muchas cosas positivas.
Es como ver el pétalo de una flor en medio de la oscuridad de un pantano, allá, en el fondo, flotando en aguas estancadas, de un rojo violento, y gritando que la puta no era puta. Que tan solo era una superviviente con más moral que la narradora que se acercó a ella para experimentar el lado oscuro del alma humana, sin percatarse de que ese lado oscuro lo concebía ella, lo acunaba entre sus piernas, regalando la flor que toda mujer posee.
Roxy se presenta de la mano de la escritora como una mujer completa, enamorada, desengañada, profesional y con alma.
Es un personaje con el que empatizas desde la primera palabra que pronuncia; por su claridad, su ingenuidad, su belleza, su sinceridad. Porque ya nadie llama las cosas por su nombre. Nadie se atreve a llamar amor a lo que verdaderamente lo es. Ni a lanzarse al vacío que supone entregar tu corazón a alguien que no te corresponde.
Roxy es valiente. No tiene miedo a amar, aunque su profesión sea desarmar el alma, para dejarla hueca en los momentos en que los hombres y mujeres que pululan por su sexo no dejen huella en ella.
Se te revuelve todo, esta historia deja tu mundo patas arriba, porque te haces preguntas, reflexionas, te conmueves... como ha de ser cuando lees buena literatura.
Susana toca los sentimientos con una varita mágica. Guía al lector a través de sus narraciones para llevarte a la meditación, para que veas lo que no se ve y escuches lo que se esconde entre renglones. Para que los ojos del "entendimiento" parpadeen, en señal de que te ha tocado su historia. Para que abras las ventanas de tu mente y ventiles las estancias estancadas de tu sectaria moral.
Para mí, y así se lo he hecho saber a la autora, es lo mejor de Susana Hernández.
Yo me quedo junto a Roxy; esperando esa justicia que quizá nunca llegue.
Advertencia: esta novela hay que leerla masticando las palabras, saboreando y degustando a los personajes. Sin prisa, con pausas. Un poquito cada día, para que te empapes de la buena literatura que hace esta autora. Recomiendo al futuro lector que deje colgado el abrigo de los prejuicios, es mejor introducirse en esta lectura sin él. Y si puede ser, no lo vuelvas a coger.
¿Mi nota? No hay nota, imposible de puntuar esta maravilla. Sin embargo, bajo el baremo que se utiliza en este blog de dos locas por la lectura, le otorgo un 10.
Sobresaliente, Susana.
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