EL ORO DE LOS JÍBAROS.
JUAN BOLEA.
EDICIONES B.
AÑO 2013.
265 PÁGINAS.
6ª ENTREGA DE LA SERIE "MARTINA DE SANTO".
Bajo la tutela de un narrador omnisciente, conocemos mejor a una inspectora de la Policía Nacional: Martina de Santo.
La historia comienza cuando la inspectora se encuentra en un retiro vacacional en los Picos de Europa. Allí recibirá la carta de un amigo de la infancia que le reclama su ayuda; teme ser asesinado como sus socios y que le reduzcan la cabeza al estilo jíbaro.
Martina, que en esos momentos tiene el corazón ocupado por un nuevo amor, un famoso antropólogo español, decide ayudar a su amigo, aunque no logre visualizar de quién se trata exactamente.
Nos hallamos ante la sexta entrega de la serie dedicada a la inspectora de policía Martina de Santo. Qué decir de esta entrega... creo que el autor, Juan Bolea, nos ha timado a los seguidores de este peculiar personaje, mostrándonos a una Martina contradictoria y de pronto, romántica y humana. Una mujer que pesa poco más de cincuenta kilos que es capaz de endiñarse un whisky tras otro y conducir con valentía y peripecia en una noche con tormenta. ¡Olé sus ovarios! Un personaje que se muestra frío considerando el amor como un conflicto que solo recurre a él cuando está aburrida, o una perturbación de la vida, y luego romántica hasta la médula rozando la cursilería más vomitiva en la que un lector diabético acabará inyectándose grandes dosis de insulina para no morir...
El escritor nos ubica al personaje en la era de la tecnología pero la ley antitabaco en locales públicos se la salta. Contradicciones que continúan cuando afirma que Martina practica el jogging, ahora es runner, cada día durante cuarenta y cinco minuto o una hora, a pasar a la media hora en pocas páginas.
El propio autor nos describe al personaje con un corazón cartesiano, una inteligencia matemática y un alma que precisa de nutriente afectivos cíclicos pero ningún dueño. La pinta como a una superwoman.
La verdad es que Martina es cobarde en el amor, tan inteligente que no es humana y su corazón está hecho un lío. No se involucra en conflictos emocionales, semejante a la táctica del avestruz, de culo inquieto, que no necesita dormir y luego se queda sobada en cualquier lugar, que come poco, y con la costumbre de evacuar datos que al lector le aburren. A mí me da que el autor ha provocado en su personaje la típica crisis de los cuarenta, porque sino, nos ha tomado el pelo cambiando tan radicalmente al personaje que se nos mostraba en anteriores entregas.
En la novela el autor nos introduce más en los monólogos interiores del personaje. Los capítulos son cortos, la trama fácil, ágil, entretenida, previsible... vamos, como él mismo dijo en una entrevista, "había escrito una novela para la gente". ¡Cuidado, señor Bolea, la "gente" es más inteligente de lo que usted cree y no nos gusta que nos engañen tan descaradamente. Y esa "gente" es la que compra sus libros y le hace ganar dinerito.
Recomendable como entretenimiento pasajero, si tienes algo mejor que leer, no pierdas el tiempo con esta novela.
Mi nota, basándome en la calidad de las anteriores entregas de la serie: un 4. Suspenso, señor Bolea, la "gente" no es tonta.
JUAN BOLEA.
EDICIONES B.
AÑO 2013.
265 PÁGINAS.
6ª ENTREGA DE LA SERIE "MARTINA DE SANTO".
Bajo la tutela de un narrador omnisciente, conocemos mejor a una inspectora de la Policía Nacional: Martina de Santo.
La historia comienza cuando la inspectora se encuentra en un retiro vacacional en los Picos de Europa. Allí recibirá la carta de un amigo de la infancia que le reclama su ayuda; teme ser asesinado como sus socios y que le reduzcan la cabeza al estilo jíbaro.
Martina, que en esos momentos tiene el corazón ocupado por un nuevo amor, un famoso antropólogo español, decide ayudar a su amigo, aunque no logre visualizar de quién se trata exactamente.
Nos hallamos ante la sexta entrega de la serie dedicada a la inspectora de policía Martina de Santo. Qué decir de esta entrega... creo que el autor, Juan Bolea, nos ha timado a los seguidores de este peculiar personaje, mostrándonos a una Martina contradictoria y de pronto, romántica y humana. Una mujer que pesa poco más de cincuenta kilos que es capaz de endiñarse un whisky tras otro y conducir con valentía y peripecia en una noche con tormenta. ¡Olé sus ovarios! Un personaje que se muestra frío considerando el amor como un conflicto que solo recurre a él cuando está aburrida, o una perturbación de la vida, y luego romántica hasta la médula rozando la cursilería más vomitiva en la que un lector diabético acabará inyectándose grandes dosis de insulina para no morir...
El escritor nos ubica al personaje en la era de la tecnología pero la ley antitabaco en locales públicos se la salta. Contradicciones que continúan cuando afirma que Martina practica el jogging, ahora es runner, cada día durante cuarenta y cinco minuto o una hora, a pasar a la media hora en pocas páginas.
El propio autor nos describe al personaje con un corazón cartesiano, una inteligencia matemática y un alma que precisa de nutriente afectivos cíclicos pero ningún dueño. La pinta como a una superwoman.
La verdad es que Martina es cobarde en el amor, tan inteligente que no es humana y su corazón está hecho un lío. No se involucra en conflictos emocionales, semejante a la táctica del avestruz, de culo inquieto, que no necesita dormir y luego se queda sobada en cualquier lugar, que come poco, y con la costumbre de evacuar datos que al lector le aburren. A mí me da que el autor ha provocado en su personaje la típica crisis de los cuarenta, porque sino, nos ha tomado el pelo cambiando tan radicalmente al personaje que se nos mostraba en anteriores entregas.
En la novela el autor nos introduce más en los monólogos interiores del personaje. Los capítulos son cortos, la trama fácil, ágil, entretenida, previsible... vamos, como él mismo dijo en una entrevista, "había escrito una novela para la gente". ¡Cuidado, señor Bolea, la "gente" es más inteligente de lo que usted cree y no nos gusta que nos engañen tan descaradamente. Y esa "gente" es la que compra sus libros y le hace ganar dinerito.
Recomendable como entretenimiento pasajero, si tienes algo mejor que leer, no pierdas el tiempo con esta novela.
Mi nota, basándome en la calidad de las anteriores entregas de la serie: un 4. Suspenso, señor Bolea, la "gente" no es tonta.
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