De todas las geografías, la más libre es la geografía de un idioma. Porque es un territorio hecho de personas que comparten y se expresan en una misma lengua, y que se mueven con sus palabras desplazando fronteras.
En la geografía de un idioma la literatura suele ser el mejor mapa para orientarnos o, lo que es lo mismo, para perdernos dentro de ella en su laberinto de voces.
La lengua y la literatura son los instrumentos más sofisticados de la diplomacia cultural. Trabajan sobre intangibles y percepciones a medio y largo plazo, consolidad diálogos, tejen afinidades, y nos explican ante los otros.
Literatura y lengua transcienden siempre la simple inmediatez, y por ello su influencia va mucho más allá de la que ejercen los poderes fuertes, ya sean políticos o económicos.
Iñaki Abad.
Director del Instituto Cervantes de Manchester-Leeds.
Revista Mercurio-septiembre 2012.
En la geografía de un idioma la literatura suele ser el mejor mapa para orientarnos o, lo que es lo mismo, para perdernos dentro de ella en su laberinto de voces.
La lengua y la literatura son los instrumentos más sofisticados de la diplomacia cultural. Trabajan sobre intangibles y percepciones a medio y largo plazo, consolidad diálogos, tejen afinidades, y nos explican ante los otros.
Literatura y lengua transcienden siempre la simple inmediatez, y por ello su influencia va mucho más allá de la que ejercen los poderes fuertes, ya sean políticos o económicos.
Iñaki Abad.
Director del Instituto Cervantes de Manchester-Leeds.
Revista Mercurio-septiembre 2012.
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