NIÁGARA; cuando escucho o leo este nombre, automáticamente me viene a la memoria la película que protagonizó Marilyn Monroe en 1953. Sin embargo, no se trata de la película lo que voy a desarrollar; se trata de la novela de ficción con ese mismo nombre escrita por Joyce Carol Oates en 2005.
No os voy a aburrir con la extensa sinopsis de la obra que, como siempre, desvela demasiado. Os hago un resumen sin destripar la trama. Ariah es una recién casada pasando la luna de miel en las cataratas del Niágara. Tras su primera noche de bodas, se despierta sola en la habitación y siete días después de su matrimonio es la viuda de un joven ministro de la primera iglesia presbiteriana.
En el grupo de lectura de Las Chicas Britt, leímos esta obra con mucha ilusión. Llevábamos varias lecturas decepcionantes a cuestas cuando topamos con Niágara. La novela tiene un inicio rompedor con una escena dura que nos introduce de lleno en un drama. Con un ritmo narrativo de crucero, comenzamos a conocer a Ariah, una mujer de veintinueve años, hija de un reverendo y profesora de piano y canto. Pero vamos por partes, como Jack el Destripador. La protagonista es una mujer oscura, siniestra en muchas ocasiones, narcisista y manipuladora, y sorpresa, las opiniones en las redes sociales de esta obra no reflejan este matiz que hace de la novela una historia inquietante. La frase "Tu hijo es mi amante, Dirk" provoca un escalofrío. Pero hay más. En un diálogo con uno de sus hijos, Ariah dice: "... Juliet era mi niñita, la hija por la que habría dado la vida, pero nunca nos llevamos bien, no como tú y yo. Oh, desde el principio tú fuiste mi Royall. Y ahora te odio". Me recuerda mucho a las novelas de Patricia Highsmith, pero Joyce no logra culminar Niágara como una magnífica obra de ficción. ¿Por qué? El estilo es descriptivo y en las dos primeras partes está genial; sin embargo, en las trescientas páginas siguientes es demoledor. Acabar esta obra ha sido un reto. De hecho, Paula la abandonó y Cristina la acabó leyendo a saltos estilo Usain Bolt. Sigamos; hay capítulos que no aportan nada y, al final, es una historia de cuatrocientas páginas alargada hasta poco más de setecientas. Es como ir de senderismo en una ruta de dos horas y acabar haciéndola en cinco porque te has dedicado a caminar en círculos. Es una pena sufrir el martirio de leer una obra llena de logrados monólogos internos, reflexiones y una excelente ejecución del truco del espejo, para acabar aburrida y deseando abandonarla. ¿Qué falla? La técnica. El talento sin técnica es similar a bordar con un hilo inapropiado.La media de estrellas en el grupo es de tres estrellas. ¿La recomendamos? Es difícil de decir porque la historia es buena, el personaje principal es profundo, pero el camino está lleno de piedras. Decide tú, querido seguidor.
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